Permanezco callado el resto de la reunión, mientras mis compañeros se cuelgan medallas legítimamente mías. Lola aprecia la campaña. Parece que le gusta mucho. Pero no puedo evitar pensar que, en realidad, su pensamiento está donde está el mío: insultándome.
http://createan-account.com/
-.-
Al despedirnos, me automargino voluntariamente para evitar el bochorno. Pero Lola se acerca a mí:
- La campaña es magnífica. No te preocupes por nada más. Felicidades.
Y ahora es ella la que me propina dos sonoros besos.
Y es por cosas como esas (mear en las ruedas del coche del cliente mientras éste está dentro), más que por mis campañas, por las que este creativo es mítico. Meto la pata como nadie. Es una especie de don que tengo. Aunque a veces, como esta mañana, no acaban las cosas del todo mal.
Por cierto, mientras presentaba la campaña, o tal vez mientras meaba bajo la atenta mirada de Lola, me han traído un router nuevo.
Era un buen día para rascarse las bolas. Domingo venturoso, vive dios, que seguía a un sábado formidable, que a su vez sucedió a continuación, esto es lo extraordinario, de un estúpido martes. O sea, esa semana, fue solo de 4 días: lunes, martes, sábado y domingo. Hubo huelga de de miércoles, jueves y viernes, y bueno, no sé si os acordáis, pero en Estados Unidos fue la polla. ¡Puf...!
Ese hecho sin precedentes, la semana castrada, dio lugar a un montón de confusiones con la agenda de todo el mundo. Una de esas confisiones fue la de Maiquelyasson, que se encontró un domingo por la mañana llamando a la puerta de mi apartamento en New York; un cuchitril de 1.250 metros, situado en el piso 567, sólo 99 pisos por debajo del ático, de un edificio de mierda sobre el Hudson.
Abrí la puerta y le dije a Maiquelyasson:
- Hola Lupita, pasa, hija, que estaba rascándome las bolas y ahora iba a dejarlo, pero ya que has venido, voy a seguir.
http://createan-account.com/
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Al despedirnos, me automargino voluntariamente para evitar el bochorno. Pero Lola se acerca a mí:
- La campaña es magnífica. No te preocupes por nada más. Felicidades.
Y ahora es ella la que me propina dos sonoros besos.
Y es por cosas como esas (mear en las ruedas del coche del cliente mientras éste está dentro), más que por mis campañas, por las que este creativo es mítico. Meto la pata como nadie. Es una especie de don que tengo. Aunque a veces, como esta mañana, no acaban las cosas del todo mal.
Por cierto, mientras presentaba la campaña, o tal vez mientras meaba bajo la atenta mirada de Lola, me han traído un router nuevo.
Era un buen día para rascarse las bolas. Domingo venturoso, vive dios, que seguía a un sábado formidable, que a su vez sucedió a continuación, esto es lo extraordinario, de un estúpido martes. O sea, esa semana, fue solo de 4 días: lunes, martes, sábado y domingo. Hubo huelga de de miércoles, jueves y viernes, y bueno, no sé si os acordáis, pero en Estados Unidos fue la polla. ¡Puf...!
Ese hecho sin precedentes, la semana castrada, dio lugar a un montón de confusiones con la agenda de todo el mundo. Una de esas confisiones fue la de Maiquelyasson, que se encontró un domingo por la mañana llamando a la puerta de mi apartamento en New York; un cuchitril de 1.250 metros, situado en el piso 567, sólo 99 pisos por debajo del ático, de un edificio de mierda sobre el Hudson.
Abrí la puerta y le dije a Maiquelyasson:
- Hola Lupita, pasa, hija, que estaba rascándome las bolas y ahora iba a dejarlo, pero ya que has venido, voy a seguir.