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En el extremo opuesto del bar, vio a una nena de las que le gustaban a él (y a mí, si vamos a eso) que, solita, solita, fumaba un pitillo rubio mientras esperaba que su infusión se decidiera a saber a algo en su jarrita metálica. La infusión podía esperar. Turner no.
Se acercó a ella decidido a ser él mismo (éste era un consejo que todos sus amigos, que ligaban más que él, le daban para que triunfase con los miembros del sexo opuesto, o con los del mismo sexo, en realidad). A Turner le costaba mucho aceptar estos consejos en los que se repetían frases de debate o de película del tipo "sólo tienes que ser tú mismo", "mi libertad termina donde empieza la tuya" y tal, pero ante los repetidos y dolorosos fracasos en sus acercamientos a las personas en general, claudicó y se creyó eso de ser uno mismo.
- Hola - dijo Turner -. Tengo un mal día, ¿sabes?
- Vaya, lo siento - dijo la chica -. ¿Qué te pasa?
Y ante el asombro de la afición y el suyo propio, Turner empezó a largar. Y habló de todo, y la chica no se aburrió (bueno, abrió la boca en denotador bostezo un par de veces, pero era muy discreta y Turner, el muy cebollo, no lo notó). Y descubrió que era capaz de decir sus miserias y sus glorias sin que se rieran de él. Y subió a los cielos. Y de nuevo volvió con gloria a los periódicos para gustar a vivos y muertos, y éste es el reportaje que escribió:
MALISON CLEMENTINE.
LA CHICA QUE SONRIE CUANDO HABLAS.
Menuda mujer esta mujer menuda. Te escucha con sus labios de porcelana, con su cara entera de porcelana, con sus ojos verdaderos, con sus hombros redondos y su pecho de mandarina. Te habla con sus manos de caricia, con su voz de arena, con su cuerpo de lápiz que escribe versos a solas. Y el aire refresca tu cara cuando la ves aparecer. El hechizo es liviano, y el viento es malvado y sopla por despojarnos de la esperanza. Y la esperanza vence si Malison nos besa. Su sonrisa es un beso al aire que tienes que saber atrapar.
¿De dónde la fuerza, de donde el poder? Me pregunto dónde viven ese formidable encanto y esa trémula franqueza. Si no caben en su cuerpo. ¿Dónde están? Tenéis que conocerla. Y como yo, amaréis a la chica que sonríe cuando hablas.